"Dos mujeres de ejemplo"
En proverbios 31:10 se describe el elogio a la mujer virtuosa, una mujer que de acuerdo a sus características es difícil de encontrar, pero el que encuentra una mujer de virtud la Escritura refiere que lo hallará lejos de la vanidad de la belleza y tomará como consideración la mejor cualidad que es la obediencia, es decir; aquella mujer que tiene temor de su Dios y Señor.
Ciertamente ejemplos hay suficientes en la Biblia, pero hoy quisiera enseñarte en este día a dos mujeres que por su temor a Dios las podemos considerar como mujeres virtuosas, estas son las que el apóstol Pablo describe en la carta que envía al joven pastor Timoteo, estas mujeres son Loyda y Eunice.
Pablo describe a Loyda y Eunice como mujeres de una fe no fingida, la expresión que se utiliza en el griego es ἀνυποκρίτου que significa "sin hipocresía" "sin fingimiento" o mejor aún Pablo hace referencia acerca de "una fe sincera", está fe es la alusión a una fe genuina y verdadera, una fe que es pasada de generación a generación, pues Loyda la abuela de Timoteo es quien da evidencia de su fe no fingida y la enseña a su hija Eunice quien enseguida la demuestra también a su hijo Timoteo.
Cómo notamos en el texto, hay evidencia de una fe sincera en el Señor que es provista de generación a generación; está es la característica más maravillosa de Loyda y Eunice que a pesar de su contexto de vida ellas expresan su fe y la comparten a sus descendientes. Esto se contrapone por supuesto ante las falacias del tiempo presente en donde se busca evidenciar una fe falaz, una fe falsa, una fe hipócrita que enseña una vida que no agrada a Dios.
Hoy reconocemos a todas las mujeres que cada día se levantan a exclamar su fe en el Señor para ser luz y sal en este mundo caído, esas mujeres que como Loya y Eunice están interesadas en demostrar a la futuras generaciones que el Dios Todopoderoso está presente como la única esperanza para este mundo.
”trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.“ 2 Timoteo 1:5
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